lunes, 30 de mayo de 2011

Expresion-arte

Me encantan las personas que son naturales. Esas que no guardan apariencias ni tratan de demostrar nada: belleza, inteligencia, elegancia... eso o se posee de verdad o se le acaba viendo a uno el plumero. He estado estudiando sobre la serenidad, y he llegado a la conclusión de que la serenidad puede ser desquiciante. Ese supuesto "lo tengo todo controlado, puedo asumir cualquier situación"... En determinado momentos mantenerse sereno puede ser vital, pero estudiar tanto cada situación... parece que a uno le falta vida.
A veces incluso parece que las personas supuestamente serenas no tienen más que complejo de superioridad, y eso es muy divertido de ver, toda una comedia protagonizada por todo un payaso. 
¡Debemos reír y sonreír, enfadarnos, mirar raro, mirar fijo, poner la cara que delata lo que estamos pensando! Hay que mantener las formas, pero no nuestro espíritu. Nuestra capacidad de gesticular, nuestros infinitos gestos, la inmensa cantidad de expresiones que manifestamos... ¡eso si que es arte, una obra maestra!
A mi me gusta la gente que, sin perder la buena educación, el respeto propio y hacia los demás, y la elegancia no tiene miedo a una carcajada normal (tampoco hay que exagerar), a mostrarse serios, a mirar sin miedo, a tropezar por la calle cuando caminan solos... todo con elegante naturalidad. Incluso me gusta la gente que se enfada un poco cuando va por la calle y no tiene reparos en mostrarlo (dentro de los límites del ser civilizado). 
Me gustaría que hubiera menos gente "fabulosa", menos artificio. 
Pero sobre todo me gustaría, y mucho, que cuando uno fuera por la calle solo y recordara o viera algo que le diera risa  pudiera sonreír sin vergüenza, que nadie pensara "¡está loco!" Lo natural debería ser ir sonriendo por la calle, sería más agradable, más bonito; que saludáramos a los que pasan cerca nuestro. Que fuéramos más expresivos. Sería como sacar todo nuestro potencial artístico a pasear. 
Me gustaría que, entre la multitud pudiéramos fijar los ojos en alguien, que nos sonriéramos y ¿quién sabe? pudiera ser, cuanto menos, un buen amigo.
Admiro la expresividad. Y sobre todo la elegancia.
Si el día a día fuera algo natural, sin apariencias, sin diferencias, sin complejos, viviendo de verdad... ¿pedir eso es raro o es que la naturalidad se ha vuelto rara? 

viernes, 27 de mayo de 2011

En el recuerdo dormido, el despertar olvidado

Vuelve a desvelarse por las noches. Se acuesto relativamente cansada, somnolienta, tranquila...pero en mitad de la oscura y callada noche despierta, sobresaltada, sin ningún motivo. Mientras se enreda entre las sábanas vuelve ese dolor punzante, que no sabe por qué le ataca, no conoce el motivo ni encuentra ya la manera de aliviarlo; hace que gima en gritos ahogados 
Hay además otro dolor, cuyo razón si conoce, pero no existe alivio más que el olvido; pero se niega a olvidar, porque su dolor viene del propio olvido, de que alguien se olvidó de ella. Ya nadie se preocupa de esas noches en vela que ella sufre, de ese dolor continuo. Y no solo eso, sino que le ha sumado otro dolor más fuerte y duradero. 
Ella quitó de la vista todo objeto que pudiera aflorar recuerdos. Por un momento pensó que lo mejor sería rendirse al olvido. Pero ahora, en la quietud de la noche, se da cuenta de que no sirve de nada esconder lo que ya forma parte de ella, aunque lo odie, aunque lo ame. 
Se levanta, agarrándose a los muebles. Busca torpemente más medicamentos, pero ya los ha probado todos     y ninguno le ayuda. Frustrada, se sienta suavemente, sin perder elegancia, en el viejo sofá del pequeño salón-comedor. Se pierde en su dolor, no en el físico, si no en el dolor de formar parte de lo que le hiere. Parece que el dolor de su alma empieza a tomar posesión de su cuerpo. Se siente lejos, se siente vacía, perdida, agotada. Ya no hay fuerza siquiera para llorar. Y así pasan las horas de la noche: entre los escritos del que olvida, entre los escritos olvidados. Sola, nocturna, hierática, fría, agonizante. 
El que olvida se ha ido, se ha olvidado incluso de sí mismo, sin saber que ambos sienten la misma desesperación de distinta manera, porque el sufrimiento del que olvida, es la agonía de la que recuerda. Todo pierde sentido. Incluso que ella padezca. Todo queda en nada; dormido, mientras ella espera despierta.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Valentía vs. Inconsciencia

No podemos evitar el miedo. Tampoco debemos avergonzarnos por tenerlo; en ocasiones es un mecanismo inteligente, que demuestra sensibilidad protectora hacia algo o alguien, ya sea algo externo o interno; es una reacción coherente y propia del espíritu humano. Se puede tener miedo de muchas cosas. Comenzamos de niños, con el miedo a la oscuridad (a lo desconocido), al "monstruo de debajo de la cama/armario" (miedo a lo que no podemos controlar), a que mamá no vuelva (al abandono). Son formas aparentemente simples del miedo. Lo curioso es que esos miedos quedan para siempre, no en forma de monstruos con garras, colmillos y mal aliento; peor aún, quedan unos monstruos interiores, callados, enfermizos. A estos miedos esencialmente egocéntricos se les van sumando con el tiempo otros que nuevos: a las dudas, al fracaso, a la soledad extrema, a la muerte, a perder a un ser imprescindible (que asusta más que la propia muerte)... No debemos avergonzarnos, ni enfrascarnos en la obsesión de analizarlos o eliminarlos. Ante el miedo tenemos dos opciones: que nos domine (fracasando así estrepitosamente) o enfrentarnos a él. Podemos fracasar, tropezar, equivocarnos...pero que nuca se diga que no lo intentamos. El valiente no es el que no tiene miedo, ese es un inconsciente, que actúa por impulso absurdo sin saber muy bien por qué, falto de humanidad. Valiente es el que se enfrenta a ese miedo, conociéndolo, observándolo, superándolo. No lo hace por instinto, sino por su más pura humanidad, por protección. Es totalmente consciente de su peligro, pero también de su fortaleza, humano en lo bueno y lo "malo".  Necesitamos los miedos para ser más humanos y madurar. Por lo tanto, no tengas miedo al miedo, no te escondas de él en una hipócrita y cobarde "valentía", en una inconsciencia inhumana y falsa. Coge aire, mira al miedo fijamente, conciencia-te, mantente firme atento a la oportunidad de vencerlo. Somos humanos, más o menos miedosos, pero jamás cobardes.

domingo, 22 de mayo de 2011

Pequeños obstáculos

No nos engañemos. El día a día está lleno de "problemas", de "contrariedades"...como lo quieras llamar. La vida puede parecer una carrera de obstáculos. Pero... ¿es ese motivo para desesperarnos? ¿podemos deprimirnos por lo que le pasa a cualquiera? Muchas veces nos enfrascamos en nuestros propios problemas, como si los demás tuvieran una vida fácil y todo les cayera bien, como si fuéramos los únicos que tienen "imanes" para los inconvenientes. Pero imagínate un día tras otro en el que todo fuera bien, como el de esos niños de papá a los que todo les llega masticadito y fácil. Sería un aburrimiento, y sobre todo, nosotros seríamos todos un atajo de niñatos consentidos ¡y eso si que no lo soporto! (¿a que tú tampoco?)
Los obstáculos del día a día los puedes superar ¡para eso están!, nunca se te pide más de lo que puedes dar ¡puedes con todo lo que te venga! Los problemas de la vida están para "plantarles cara", no para que te acobardes. No tires la toalla, no seas quejica ¡eso es insufrible! No es así como te quiero ver, tú no eres así. Tienes una dignidad inquebrantable, y te debes un sumo respeto; eso basta para que te decidas a afrontar cualquier cosa ¡nada puede vencerte! Yo a ti te veo superando cada problema, optimista, y al hacerlo eres mejor, porque te haces más fuerte, más maduro, más humano, creces muchísimo ¡ganas tanto! Así te veo yo:  mejorando cada día al superarlo todo, al ganar cada batalla. 
Mantente firme. Mantén la calma. "Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa..."

jueves, 19 de mayo de 2011

Hablando y escuchando

¿Cuántas palabras podemos llegar a pronunciar en un día? ¿Cuántas de ellas están perfectamente meditadas? No  léxica o morfo-lógicamente. Me refiero a si expresan lo que realmente queremos comunicar a nuestro interlocutor, si no estamos maquillando sutilmente lo que decimos. Cada vez nos cuesta más hablar claro, y lo que es peor, hablar poco. Decimos un montón de tonterías que no queremos decir por no decir lo que queremos decir. Parece que tenemos miedo. Si nos expresamos clara y sinceramente, si hablamos desde el corazón pasando por la razón corremos el riesgo de que nuestro oyente nos "desnude", en una desnudez más potente que la física: la desnudez de nuestro ser. Si expresáramos claramente nuestros sentimientos luego firmaríamos: "ya está, es todo lo que tengo para ti, soy yo frente a ti, "solo" eso ¿me aceptas?" Lo más curioso es que haciendo esto que no queremos hacer por "nuestro bien" lograríamos realmente estar bien, en paz, sin malas sensaciones (si, esas que te invaden cuando algo de ti sabe que no has sido sincero), seríamos libres. ¡Cuánto daño hacemos cuándo no décimos lo que el otro sabe que necesitamos decir! Porque, en esta sociedad del "ahora me toca hablar a mi" lo mejor que te puede pasar es que alguien este dispuesto a escucharte. Pues se justo y respetuoso con ese alguien, porque te da la oportunidad de que te des a conocer a él y a ti mismo, porque él para el tiempo en ti, solo en ti ¿eres lo suficientemente valiente para Hablar? Medita lo qué dices a lo largo del día, y lo que dices meditará sobre ti. 

martes, 17 de mayo de 2011

Un caótico mes por aquí...

Ya ha pasado un mes desde que empecé a escribir este blog...
Por un lado estoy contenta, hay muchas más visitas de las que yo esperaba, he conseguido ser constante (aún no he tirado la toalla), y estoy más o menos satisfecha de lo que he escrito. 
Por otro lado sigo sin saber por qué hago esto, sobre qué quiero escribir, si realmente alguien está leyendo esto (me consta que algunos solo entran por las fotos, como me hagan quitarlas...) Bueno, si tú lo estas leyendo ¡muchas gracias! Supongo que aún es pronto para encontrar comentarios, pero sigo siendo muy impaciente ¡qué le vamos a hacer! A la hora de describir este espacio no se ni qué atributos tiene ¡soy tan caótica!
El caos.... me gusta la palabra...
Tal vez solo sea eso, el blog del caos. Mi indescriptible y caótico blog.

domingo, 15 de mayo de 2011

Tardes con "ganchillo"

Siempre me había hecho ilusión aprender a hacer ganchillo, pero no se porque pensaba que sería sumamente torpe (bueno, tiendo a pensar que todo me sale mal ¿te acuerdas?). Pero, cosas de la vida, justo antes de mi viaje a Roma una amiga me comentó que sabía hacer, así que pensé "¡esta es la mía!". Durante el viaje de vuelta intentó enseñarme, pero mis pronósticos se cumplieron: manos sudando, aguja resbalando, hilo transformado en un enredo vengativo...
Pero me dije: hasta aquí, ya vale de tirar la toalla, es algo sencillo, solo hay que coger práctica. Y finalmente  hoy me he animado a seguir intentándolo (ya hace bastante que me enseñaron, pero más vale tarde que nunca), y poco a poco he conseguido hacer un trocito de tela.
"Es algo sencillo", "solo hay que coger práctica", "poco a poco"... son frases poco habituales en mí, la chica impaciente, nerviosa, pesimista... lo de los nervios ¡tendré que vivir con ello! Pero la impaciencia se cura, y el afán de superación se cultiva. No hablo de orgullo o soberbia. Hablo de que podemos empezar una tarde a hacer ganchillo y acabar pensando: tal vez nunca me he detenido a observar cada detalle, examinar cada nudo de mi vida, a ver como poco a poco me he ido tejiendo... tal vez es hora de parar, ver lo que "he cosido", juzgarlo y pensar como quiero seguir tejiendo el resto de mi vida, intentar ser mejores con los demás. Todo por hacer ganchillo, por una ilusión tonta. Seguramente las abuelitas se reirían, porque ellas sabían coser desde bien niñas ¡y yo soy una manazas! Pero, en este mundo de prisas, de "máquinas de coser", debemos hacernos más delicados, más sensibles, más filósofos, más espirituales, dedicar tiempo y cariño a nuestros nudos. Sin los nudos que nos tejen, solo somos un solitario, delgado y frágil hilo.

sábado, 14 de mayo de 2011

Me estoy lloviendo encima

Si...lo ha hecho... la lluvia me ha vuelto a pillar de pleno. Primero me ha gastado una broma por la tarde: cuatro gotas y sol, cuatro gotas y sol... pero ahora por la noche ha ido con mala intención, que me la conozco. He vuelto empapada. Al principio he corrido por evitar un poco el chaparrón, pero ha llegado un momento en el que he pensado "ya total, ¿pa' que?", y me he limitado a resignarme. Por lo menos me ha servido de inspiración. Mientras caminaba por las calles mojadas de mi ciudad, empapadas de recuerdos, pensaba en cosas que me han ocurrido últimamente. Me he cruzado con mucha gente: algunos alegres que iban a cenar, otros que salían del trabajo, y bobos que se empapaban solitarios como yo. Pensaba en lo distinta que estaba siendo esta noche para cada una de esas personas.
Por un lado iba yo, con mis amigas Nostalgia, Curiosidad e Imaginación. Pero realmente sola. Con las gotas de lluvia deslizándose por mi cara. "¡Qué poético!" piensas. Yo he pensado: ¡chica, vas de mal en peor!
Por otro veía chicas que se habían puesto guapísimas y se refugiaban alegres entre los brazos de sus novios. Entonces me ha venido a la mente la clásica escena romántica bajo la lluvia. ¡Qué bonito! Pues te digo una cosa, no es nada bonito cuando vas sola, empapada y recientemente rechazada. 
En efecto, el mismo ambiente atmosférico nos sugería a cada persona sentimientos muy distintos: alegría, diversión, romanticismo, nostalgia, tristeza... a la vez, para algunos es algo purificador: limpia el aire, las calles, las huellas, los recuerdos... 
Para mi, simplemente, me llueve encima y, en el fondo, es una bonita forma que tiene el cielo de aliarse conmigo. No se si estoy contenta o triste, solo estoy lloviendo. 

viernes, 13 de mayo de 2011

Y ya son 100

¡Gracias! Ya son más de 100 visitas a estos pensamientos, en poco menos de un mes. Estoy muy contenta por tu respaldo, me ánima mucho y me motiva ver el contador subir de esa manera, ¡yo que pensaba que tendría que quitarle las telarañas al contador! Voy a ver si consigo seguir sorprendiéndote. Lo que es seguro es que tú me has sorprendido con tus visitas. El otro día escribí una entrada sobre "lo buena que es la gente",  pues tú eres de esa buena gente que consigue animarme el día, y consigues que quiera seguir escribiendo   y publicando, para ti.  ¡Muchas gracias! ¡Eh, y espero tus comentarios!

miércoles, 11 de mayo de 2011

Lo buena que es la gente

Durante el último mes he re-descubierto a la gente de mi alrededor. No deja de sorprenderme cómo nos tomamos el pelo todos, pero para bien. Por un lado hay personas que dudan de nosotros después de mucho tiempo, y eso nos hiere; por otro lado, otras pueden llegar a emocionarnos con su bondad, su capacidad de perdonarnos, de olvidar todo lo malo y mirarnos con más cariño que nunca. Lo primero nos gustaría que jamás ocurriera, lo segundo ni siquiera nos lo planteamos, pero es cierto que la vida da muchas vueltas, y en ocasiones solo puede consolarnos quien algún día nos hizo daño (o a quien se lo hicimos). Tal vez ahora nos quiere más que nunca. Alegra mucho ver que hay buenas personas que, al parecer, son una constante el la vida de uno, que en verdad nunca nos abandonan. Incluso conozco gente que desaparece cuando todo va bien, y cuando algo nos va mal vienen corriendo. Al revés de lo que se suele pensar. Y no porque disfruten con el sufrimiento, si no porque sufren cuando no disfrutamos, solo porque nos quieren.
Pero cuidado, que hay gente no tan estupenda y maravillosa, y que nunca cambia. Pero eso ya lo sabemos todos. Lo sorprendente es lo que te he contado antes. No te cierres, alguien que te quiere, aunque tu no lo sepas, te esta cuidando.

lunes, 9 de mayo de 2011

El odio del mundo

La persecución religiosa va en aumento. Mejor dicho, aumenta el anticatolicismo extremo. A mi modo de ver está "actitud" es vergonzosa, ridícula, denigrante para quien la ejerce, inadmisible... ¿Qué ganan atacando iglesias, patrimonio artístico y cultural, y librerías religiosas? No lo saben, "Perdónalos, porque no saben lo que hacen".
Hasta hace poco mis creencias se tambaleaban, yo no estaba muy segura. Pero, cuanto más aumenta la persecución, más aumentan mis ganas de acercarme a "El Jefe". Porque, mientras la mala gente proclama la violencia, la intolerancia, el miedo, la imposición de ideas... los que admitimos la religiosidad genuina del hombre seguimos proclamando la libertad (los demás son libres para creer o no, pero jamás para agredir), el perdón, la alegría, la Vida... ¡tantas cosas que valen realmente la pena! Entiendo que también hay fanáticos religiosos, pero ¿no serían iguales a los que entran a decapitar esculturas de santos, o a tirar piedras? ¡Anda, si resulta que un lado y otro se ponen al mismo "nivel"! Pero debemos olvidar esos extremos radicales: hay muy buena gente que no cree o no practica ¡y tiene todo su derecho a hacerlo! y además respetan cualquier posición diferente a la suya. Los católicos debemos hacer lo mismo: preocuparnos por nuestras obras, el bien que podemos hacer, respetar las diferencias ¡nadie es inferior! Se que hay gente que se proclama profundamente cristiana pero luego llega a uno límites de crueldad intolerables, pero es que nos olvidamos de que siguen siendo humanos ¡todos metemos la pata! Pero ese es otro tema. La Iglesia, ya lo anunció Jesucristo, está formada por pecadores, Él mismo se rodaba de gente "de mal ver", pero también gente muy humilde. Sobre ese tema escribiré en otro momento.  
Y lo más divertido de todo, siempre lo digo: cuánto más nos persiguen más nos dan la razón, más Le dan la razón. Él mismo dijo "Si me han perseguido a mi, también a vosotros os perseguirán". Vamos, que ya nos avisó, nos dijo que no sería fácil. Pero yo afirmo, como ya lo hizo el Beato Juan Pablo II: al volver la vista atrás, y recordar estos años de mi vida, os puedo asegurar que vale la pena dedicarse a la causa de Cristo.

jueves, 5 de mayo de 2011

Recuerdos con zapatos

Es curioso, cuando echamos la vista atrás, lo que somos capaces de recordar. No solo determinados momentos, más o menos relevantes; muchas veces recordamos algún aroma (perfume, tabaco, mezclas...), determinados tactos, sentimientos... y sobre todo, gestos, sonrisas, miradas...las miradas se quedan clavadas en la memoria.
Sin embargo, algo que me ha llamado la atención es, ya no recordar detalles irrelevantes, sino que me he dado cuenta de que suelo recordar (como muchas personas) los zapatos que llevaba alguien en un momento determinado, hasta al punto de recordar todo un día por ver en algún lugar unos zapatos parecidos a los que llevaba el autor de mi lejano recuerdo.
El caso que más rápidamente viene a mi memoria es el de una mañana de invierno. Durante la noche había estado lloviendo, pero al amanecer despejó, y quedó un claro y soleado día. Quedé para dar un paseo por algún jardín. Sobre el césped brillaban aún pequeñas gotitas, que con el brillo del sol despedían pequeños destellos. No se por qué me detuve a mirarlo, y a caminar encima de la alfombra verde. Hice un comentario, y mi compañero comenzó a reírse, pero pronto me di cuenta de que opinaba, igual que yo, que esas cositas pequeñitas eran muy bonitas. Él también comenzó a caminar sobre el césped, pero además tratando de mojarme con el agua que quedaba en los árboles, así que comenzamos a corretear y a jugar como inocentes niños. Pronto nos dimos cuenta de que sus zapatos estaban empapados, yo reía mientras mi compañero me explicaba que se trataban de unos zapatos especiales que no se mojaban...  Recuerdo esos zapatos, los mismos que otro día, en el mismo jardín, tumbados sobre el césped, él dibujaría en una pequeña y gruesa lámina con ayuda de un carboncillo. Dibujaba al estilo de Van Gogh, mi tercer artista preferido. También dibujó una noche en una de las plazas que solíamos frecuentar, alegrando con tizas de colores la  acera. 
Con eso veo que, recordando unos aburridos zapatos marrones, comienzo también a rememorar con todo detalle su forma de ver la vida, sus trabajadoras manos, su risa, su alegría, sus expresivos dibujos, sus escritos...él si que era un artista. Pero lo malo llegó con la primavera, cuando el sol seca rápidamente el rastro de la lluvia y el rocío se evapora temprano... y así, mi artista preferido se fue sin hacer ruido, sin decir nada, pero con los mismos zapatos que llevaba cuando llegó, y durante el tiempo que me hizo feliz.
Me gustan esos zapatos. 

martes, 3 de mayo de 2011

Telarañas de mentira

Hay gente que vive en una farsa. Personas que, día tras día, han cosido un hilo más de mentira en su telaraña de auto-burlas. Primero se engañan a sí mismas, se fabrican una vida, reflejo "perfeccionado" de la propia; y, para lograr que esa telaraña no se rompa, van capturando a los que se acercan a ella. Evidentemente, con una nueva mentira: el victi-mismo, la hipocresía, el simple y vulgar engaño... En ocasiones pueden alcanzar proporciones realmente peligrosas. Poco a poco, esa telaraña se va haciendo más grande y a la vez más frágil, hasta que choca con otra telaraña. O a veces es tan sumamente grande, que acaba por atraparse a sí misma, en una espectacular apoteosis de enfados, desengaños, lloros... de vidas que de pronto se han dado cuenta de que están, cuanto menos, rotas. Es solo lo que consiguen esas magistrales telarañas mientras se tejen: dolor; porque solo hay una cosa más dolorosa que el sufrimiento de una vida, que es no haberse enfrentado nunca a nada, darse cuenta de que uno se ha dejado dominar por el miedo. Imagina que, como Ivan Illich, llega un momento agonizante de tu vida en la que te das cuenta de que no solo no has vivido correctamente, sino que ni tan solo sabes si has vivido, si "tú" has sido. Así se siente esa gente, que incapaces de enfrentarse a ellos mismos, de mirar su vida cara a cara, se forjan esa otra realidad, realidad de telas que arañan. 
A veces, podemos ver la inmensa telaraña de mentiras que ha tejido algún conocido. Por el bien de todos, tratamos de romperla, pero...¿alguna vez has atropellado una tela de araña? Cuando de forma desagradable se te mete en la boca y te deja ese sabor... Lo mismo ocurre cuando tratas de romper la telaraña de mentiras: te deja mal sabor, confundido, sintiéndote incomodo contigo mismo. O, pero aún, el maravilloso tejedor, sin tú saber cómo ni cuándo, te ha hecho parte de su telaraña; pasas a ser un hilito más de su magnifica obra. ¡Bravo, grandes embusteros! Que el fruto de vuestras obras os...recompense. Y que sus víctimas os perdonen lo que vosotros sois incapaces de perdonaros.