viernes, 22 de julio de 2011

Matrimonio (I)

La otra noche, en televisión, una mujer afirmaba que si tuviera que estirar el brazo para salvar a su marido o a su hijo (no pudiendo salvar a ambos), salvaría a su marido. Comentaba que muchas amigas tachaban esa decisión, a lo que ella respondía siempre: "algún día mi hijo conocerá a alguien especial, abandonará el nido, y hará su vida con esa otra persona mientras que sus padres pasaremos a un segundo plano, así debe ser. Pero mi marido, es mi compañero de vida, nos escogimos mutuamente para envejecer juntos. En primer lugar sería hipócrita haberme casado con él y luego abandonarle, y en segundo lugar, yo no imagino mi vida sin él. Por mi hijo no habría que preocuparse, seguro que otra mujer estirará su brazo": 
Me parece que la actitud de esta mujer es maravillosa. Es sincera, consecuente, leal. Sabe que su hijo no será siempre su niño y que, tal y como debe ser, algún día se irá. Pero su marido, es elección suya, y ella es elección de él. No imagina su vida separados. 
Pienso que, si hiciera falta, más que estirar el brazo esta mujer se cambiaría por él. Es decir, preferiría dar su vida por él. ¡Qué alegría saber que aún existe amor verdadero!

En esta sociedad "tan desarrollada", parece que el matrimonio es un lastre. Por lo menos el matrimonio como debe ser. Muchos se casan sobre todo por miedo a la soledad, porque "toca", porque queda bonito... pero ¿hay alguien aún que se case por amor? Seguro que si. 
El matrimonio, esa unión sagrada entre hombre y mujer, es algo tan grande... hablamos de una unión de por vida, un si para siempre, juramentos de fidelidad, servicio, entrega total... decir "nunca te abandonaré, siempre cuidaré de ti": 
Muchas mujeres piensan que la boda es "el final feliz". Nada más lejos de la realidad. El matrimonio es el comienzo de una vida común; la unión de dos vidas que, aún manteniendo algunas de sus costumbres, se deben la una a la otra. Comienza entonces toda una aventura, la del día a día cuidando de la persona más importante del mundo. En fin, simplemente, el comienzo de la vida en el otro. 
Admiro a la mujer que defiende su necesidad de marido, no por egoísmo, sino por total entrega; admiro su confianza en su hijo, que ya no la necesita. Su marido, igual que ella a él, si que la necesita.

lunes, 18 de julio de 2011

Verano retirado

En un par de días me voy de la ciudad. Emigro a la finca que tenemos no muy lejos de aquí, pero este año me siento como si me fuera al fin del mundo. 
Durante estas semanas de verano he observado que el calor tiene, sobre mucha gente, un efecto increíblemente depresor. Por desgracia, entre esas personas estoy yo. Adoro el buen tiempo, pero no el calor; y dada mi constitución corporal, que es más bien poquita cosa, no tolero muy bien los días de bochorno. 
Como decía al principio, me voy. Estos dos meses que se avecinan se me presentan como un pequeño retiro. Me meteré en la finca, saliendo muy poco. Afortunadamente la casa es muy grande, antigua y rodeada de jardín. Ahí me tendré que conocer a mí misma;  y es que, estos pequeños "parones" de la vida después de experiencias intensas, nos vienen bien para reflexionar: meditar sobre quien es uno mismo, lo que quiere, lo que le rodea...
Realmente tendré casi todo lo que realmente me hace falta: familia, algún que otro amigo, naturaleza (aunque sea a escala), el blog, mis libros, mi piano, mis páginas en blanco... pero he ahí el problema. Uno para y comienza a pensar: ¿es esto lo que quiero? ¿qué dicen los libros qué tengo sobre mi? ¿valgo para tocar el piano? ¿debería seguir escribiendo? 
Esta última pregunta es la que más me reconcome - ¿debo escribir? - Y lo peor es que suele arrastrar muchas otras de carácter vital: ¿a qué debo dedicarme profesionalmente? ¿hacia qué debo volcar mi vida? Cuando vuelva ¿debo continuar con todo o abandonar algunas cosas para comenzar otras?
Pienso en todo lo que me ha pasado; no gran cosa, pero lo justo para fortalecer y formar el carácter. Pienso en la gente que ha estado conmigo, la que esperará mi regreso, y la que no. 
Es un verano, en la gran casa, en mi pequeña habitación. Es un diminuto aislamiento.
Pero prometo, sobre todo, que voy a disfrutarlo, voy a disfrutarme. Voy burlarme de mi pequeña "depre", pelear contra el calor, mejorar mi espíritu y mi cuerpo, divertirme, conocer... y si, también voy a descansar. 

martes, 12 de julio de 2011

El feminismo machista

Sigo traumatizada por una foto que vi en el periódico la semana pasada. Era del "chupinazo". Cuando pienso en Navarra, imagino cuentos de hadas; pero en los cuentos de hadas siempre hay monstruos horribles, feos, desagradables... y salían algunos de ellos en esa foto. Claro que ni eran navarros. Pero me impacta el triunfo de decadencia. 
En la foto veo a una joven subida a hombros de un chico. Su camiseta ha desaparecido, su sujetador sirve ahora de collar mostrando su pecho desnudo. Por desgracia, las chicas que tienden a salir como Dios las trajo al mundo no suelen ser las más indicadas para lucir cuerpo. Yo admiro el desnudo humano, es bonito, y todo depende de los ojos con que se mire. Pero...cuando ese pecho es excesivamente grande, y la propietaria se parece más bien a un orco de "El señor de los anillos"... pues pierde todo su encanto. 
Pero eso no es lo que más impacta. Hay un chico al lado con una botella de sangría de la mala, de la que te da dolor de todo. Le ha tirado el contenido sobre el pecho desnudo, por lo que vemos las "ubres" de la muchacha de color "tintorro". Creedme, no es nada erótico. Para colmo de males un chico de delante, más contento que unas pascuas (evidentemente) se gira y le pone toda la "zarpa" en su seno derecho. He ahí la imagen para la posteridad.
Pura dignidad. Yo me imagino a esa chica volviendo a su casa y enmarcando la foto en el salón "¡mi mayor orgullo!" Seguro que mostrando esa foto del periódico encontrará al hombre perfecto....
La imagen  me traumatizó por el asco, la grima, la vergüenza ajena (y pensar, pobres navarros). Pero es lo que se lleva: fiesta estilo bacanal.

Primero de todo, el desnudo pierde todo su encanto, su magia, cuando se exhibe así: sin pudor, sin vergüenza, sin "accidente", sin dignidad. Solo queda carnaza. El encanto del desnudo reside en ser exclusivo.
Segundo: ¿por qué la mujer se rebaja así? Se supone que hemos luchado por la igualdad, por nuestros derechos, nuestra dignidad... ¿hemos hecho todo eso para parecer furcias baratas? ¿eso es la libertad de la mujer? 
No. definitivamente no. Eso no es el triunfo de la mujer. Es la nueva manifestación del machismo, el impulsado por la propia mujer, el "feminismo machista": "yo me desnudo porque quiero (mentira), yo aborto porque tengo derecho (¿derecho a qué?) , yo soy independiente y libre..."
Ahora, cuando nos empeñamos en llevar menos ropa, en enseñar más nuestro cuerpo para disimular nuestras carencias interiores, cuando exigimos sin parar, compramos sin parar, despreciamos a los hombres escondiendo la total dependencia de ellos (y viceversa)...ahora somos más esclavas que nunca. 

Claro que, una sangría tan mala, como la que venden embotellada, es mejor tirarla a la basura. 

lunes, 4 de julio de 2011

La casa de mis sueños


Se abre el enorme portón metálico. Aparece mi viejo amigo, con su barba blanca, su ropa desteñida y su sonrisa brillante. Le persigue un perro, es muy grande y peludo, más bien feo, pero encantador. Viven solos. 

La casa, entre estrechas calles de una antigua urbanización de montaña, es prestada. Tiene un enorme y abandonado  jardín, una piscina vacía y sin color, un tendedero roto... 
La entrada a la casa tiene un porche, lugar límite de los dominios del perro, que tiene denegado el acceso al pequeño edifico. Las ventanas tienen rejas, la mayoría desteñidas, muchas rotas por el óxido...las persianas varían de un azul que en su mejor momento era intenso, a un verde pálido y triste. 

El panorama en el interior no mejora: las cortinas están medio caídas, y para colmo de males son horribles, en muchas habitaciones ni siquiera combinan. Hay un gran salón muy acogedor, un comedor con dos mesas y una pequeña cocina que rebosa encanto. En general, hay un controlado desorden 
En el piso de arriba solo hay dormitorios y baños, y un tendedero desde que el perro se obsesionó por "recoger" la ropa del de fuera. Mi amigo apenas sube, su dormitorio está abajo. Nosotros también permanecemos abajo. 
De la cocina nos llega un agradable olor a paella ¡qué pinta tiene! ¡y con el hambre que tenemos! Y eso que mi amigo no es de la tierra. Además es soltero, pero no falta de nada: ha preparado ensalada, comprado bebidas, aperitivo...todo un anfitrión. 
La casa se inunda de ternura. 
En el  comedor hay varios cuadros, pero nos fijamos en el plano de metro plastificado sobre la puerta ¡qué simpático! Y automáticamente miramos al lado, pues hay un pequeño dibujo de la Última Cena coloreado a lápiz y con un marco hecho de cartulinas. Mi amigo, muy orgulloso, dice: "¡lo pinté yo mismo!" Acto seguido se pone a hablar de política y economía. 
Nos asomamos a su dormitorio, me encanta conocer este trocito de las casas, dice tanto de su ocupante... esta está llena de breves textos plastificados, estampas, libros, lápices, libretas... ¡qué bueno es eso!

Al observar las paredes de la casa, nos damos cuenta de que es un lienzo en blanco, tiene muchas posibilidades. Pero, al final del día, nos gusta tal y como es ahora: vieja, desfasada, desastrada...con los dos solterones tan bonachones...
Es una atmósfera muy especial ¡es tan sencilla! 

Ya nos tenemos que ir, ha parado la tormenta. Aprovechamos para mirar bien el jardín, pues hay un pequeño trozo cuidado: tiene una magnífica parra, un algarrobo, una palmera, un sendero de piedras, alguna que otra flor... y una pequeña imagen de la Virgen resguardada en un rincón.
¡Nos da tanta pena irnos! No pasa nada, volveremos muy pronto, siempre y que la casa permanezca tal y como está. Pues, pese a su abandono material, la casa reluce espíritu, alma, recuerdos, sensibilidad...y la intimidad de mi viejo amigo, que ahora tiene un perro que se parece a él.  Ahí hay vida, hay hogar, y hasta una singular familia. La casa, es preciosa.