miércoles, 14 de diciembre de 2011

La cultura y las cebollas

No es raro que algún que otro universitario se haya permitido el lujo de insultarme por no haber estudiado yo una carrera (de momento, o no). Sinceramente, admiro a muchas personas que ya han terminado sus estudios, y yo por mi parte voy por fin haciéndome una idea de lo que quiero gracias a esos jóvenes profesionales que me inspiran y me ayudan. 

Por otro lado ocurre, que los que me han insultado o se han burlado de mi no han estudiado precisamente grandes carreras, o no se han propuesto grandes retos, se han conformado con portarse bien (de cara a la galería por supuesto). Hablo de personas que miran por encima del hombro o van sentando cátedra no solo conmigo, lo hacen con cualquiera que se les cruce, sea cual sea su condición. Más tarde descubres que estudiaron esa carrera porque tenían una nota baja, no por que realmente la quisieran, llevándoles a un pozo de insatisfacción que proyectan hacia otros. O tal vez estudiaron por estudiar, faltos de inteligencia y de criterio, de principios y sueños. El problema con estos últimos reside en que la mayoría jamás debieron pisar una facultad. 
No soy partidaria de la ignorancia, claro, más bien de que cada uno se dedique a lo que sabe.  
A lo que quiero llegar en realidad es que, por el ansia de todo el mundo de tener una carrera, de ser el mejor (algo muy noble), nos ofuscamos. Después llegan los enchufes y los puestos no merecidos. Además de la subida de las tasas universitarias y el comportamiento cretino de muchos estudiantes.
¿Qué digo con esto? Sencillo: si el hijo del "tio Sebaste" es más burro que nadie, aunque el "tío Sebaste" haya ganado honradamente mucho dinero gracias a las cebollas (y su inteligencia para cultivarlas, su trabajo ejemplar y su fortaleza) su querido hijo debería alejarse de puestos de responsabilidad, incluso de las universidades para evitar la contaminación de la ignorancia (no me refiero a que el pobre labrador sea imbécil, pues un hijo de abogado puede ser también un cretino o incluso más). Yo encuentro, y ya lo hacían en el gran Imperio Romano, que las tareas del campo son magnificas a la vez que duras; admiro a la gente que vive de ello y reconozco que una flor de estufa como yo no aguanta ni un día en la huerta, sea la época del año que sea. Entonces ¿que hay de malo, por qué parece que sea tan vergonzoso el ser labrador? 
¡Pues dejemos que el hijo del "tio Sebaste" siga los pasos de su padre si no tiene criterio para ejercer de otra cosa y en cambio tiene un arte incomparable a la hora de saber que pide la tierra!
Oye, que igual el hijo del "tio Sebaste" es un crack y para bien de todos apunta para médico ¡olé!
Conozco posibles profesores que mejor sería que fueran limpiadores de pocilgas ante los "ideales" (o la ausencia de ellos) que pueden inculcar a las siguientes generaciones. Hay futuros abogados que tienen miedo de plantar cara, nuevos médicos que solo buscan cobrar más, periodistas sin moral ni sentido común...

Claro que todo el mundo debería poder tener en principio acceso a lo que quisiera ¡claro que si! Necesitamos aire fresco en todas partes ¡sin miedo! ¡Peeeeero...! Cada uno tiene unas aptitudes, a mi puede que me hubiera gustado una cosa, que se por mi forma de ser, que no habría llegado a ningún lado. Pero no simepre somos conscientes de nuestras aptitudes. Sería genial que, tras aprobar la Selectividad y pedir admisión en una carrera, se nos hiciera una prueba ya de cara a ser admitidos en esta, no a nivel psicológico, sino concreto, en torno a esa futura carrera de forma que podamos conocer nuestras disposiciones. Me explico: tenemos una prueba general de madurez y cultura general en la Selectividad, pues después, al escoger carrera, debería existir una prueba de acceso a esta en torno unas cuestiones generales respecto al tema de nuestros futuros estudios. Me incluyo yo, que si apenas se calcular pues ni en broma se me ocurre (por mucho que me hubiera gustado) ser arquitecto. 

Creo que no propongo algo malo, me parece que sería algo positivo, para los jóvenes y de cara a evitar más injusticias y problemas profesionales. Por evitar que un mafioso llegue a juez, por así decirlo.
En todo caso, gracias a los que todavía se dedican al campo, porque de no ser por ellos, todos moriríamos de hambre, abogados y médicos incluidos. Además nos ofrecen unos paisajes maravillosos, son verdaderos artistas.