domingo, 19 de junio de 2011

Sepulcro encalado

"A Dios rogando y con el mazo dando", una expresión muy conocida, y muy cierta. Es muy común esa gente que va presumiendo de cristiana, de lo mucho que reza, de lo cerca que está de Dios, de lo buena que es con los demás... y en cambio por dentro están podridas. 

En primer lugar, lo que ocurra entre El Jefe y uno mismo debe quedar entre El Jefe y uno mismo, no tiene más misterio. El único que debe estar al tanto es, si lo tenemos, nuestro director espiritual (ojo también con quién es este). Las labores de apostolado quedan en eso, en un servicio a los demás, no en un motivo para auto-premiarnos.

Pero es inconcebible la gente "beaturra", los que se sienten casi como místicos, a la vez que se empeñan en hacer su vida a costa de lo que sea: la crítica constante, mirar siempre la paja en el ojo ajeno, construir su vida a costa de la de otro... eso para un cristiano es..¡bah! No es cristiano. El cristiano tiene que imitar a Cristo, eso implica humildad constante, amor infinito a los demás. Pero no olvidemos que el propio Jesús llama "sepulcros encalados" a esa gente con una fachada maravillosa y luego... La expresión es más que clara: el blanqueado se hace fuera de la tumba para embellecerla, para cubrir lo que guarda en el interior: un ser podrido, un hedor insoportable, algo que no es más que un cuerpo devorado por gusanos.

Por tanto, el que va a la parroquia, reza cada día, "ama" a Cristo, pero luego se dedica a mirar por encima del hombro, a criticar, a tratar corregir sin ningún respeto ni amor, a "castigar" a los demás... no es más que eso: un sepulcro encalado, algo asqueroso y podrido con una bonita fachada. 
Todos cometemos errores, ninguno de nosotros es perfecto, por eso tenemos nuestras pequeñas luchas internas día a día por mejorar, para no convertirnos en grandes hipócritas que hieren y ensucian la Santidad de la Iglesia

No podemos, no debemos, como cristianos, o simplemente como buenas personas, excluir a otras, insultarles, calumniarlas... vamos, pensar y actuar sin ninguna coherencia con lo que creemos, afirmamos... igual es que solo creemos creer. Es imprescindible la coherencia, la unidad de vida. Como Cristo, porque eso implica ser cristiano, amarle y aprender de Él, aunque haya que poner la otra mejilla, aunque haya que tragar kilos de orgullo, aunque en ocasiones tengamos que ceder cuando alguien nos ofende o llevamos la razón en una disputa.  

Cristiano, o no, se coherente, se fiel. Pero si eres realmente Cristiano, no tienes excusa, no existe la prepotencia.  

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