jueves, 9 de junio de 2011

Un instante, Tú y yo a solas

Es época de exámenes, y todo el mundo se encierra a estudiar; yo no tengo exámenes porque aún no he conseguido llegar a la universidad. Además todas las chicas están guapísimas, lo que me llena de una sana envidia y me baja la autoestima, algo que no es nuevo en mí, ya me conoces ¡ja, ja! Pero me alegro por ellas. 
Esta semana lo veía todo un poco gris, hubo alguien que me dijo que yo no tenía dignidad, que no hacía nada con mi vida, que estaba tirando el tiempo. Me llené de tristeza. Pero eso se fue ayer.
Ayer... por la tarde noche... de pronto todo parecía distinto veía más los colores ¡qué bonita estaba la avenida por la que paseaba! ¡Tantos colores! El ambiente de pronto era tan distinto, algo estaba cambiando. No, no me drogo... ¡ja, ja! Me duró unas horas, y por la noche ¡ay, la noche! Otra vez dándole vueltas. Pero, igual que los colores y el ambiente, pasó algo curioso: hice mis habituales oraciones nocturnas, suplicando con todas mis fuerzas no volver a caer en el pozo en que estuve. Yo nunca "recito" el Magníficat, pero anoche me dio por ahí, y me dormí susurrando esas palabras: [...]se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava [...] porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí... 
Sin duda un canto precioso, y un subidón de auto-estíma impresionante. 
He dormido estupendamente. He despertado serena, con la llamada de una buena amiga que me pedía que fuera a verla. Vive en un Colegio Mayor, en el que hay un oratorio. Ahí he decidido esperarla. 
He abierto la puerta y "no había nadie". Me he dicho "¡qué bien, todo para mí, por fin a solas Contigo!" Al principio me he situado a mitad oratorio pero, mientras me arrodillaba Alguien me decía: "¡Golfilla, consigo que nos quedemos a solas y guardas las distancias! ¿Tú, con lo pasional que eres?" Así que, ni corta ni perezosa me he arrodillado en la esquina del primer banco, y con mucho cariño me ha dicho: 

"Golfilla ¿quién dijo que no tienes dignidad? Anoche me decías "porque ha mirado la humillación de su esclava" No te atormentes, yo también me humillé, por amor. ¡Ya tenemos eso en común! ¡Qué bien tenerte tan cerca con sentimientos así! Tu misma dices siempre: quién bien te quiere te hará sufrir, y es que ¡Golfilla! te quiero tanto, te quiero tan unida a mi... te envío esos sufrimientos porque te unen a mí; como bien decías el otro día: sólo Yo puedo ver la obra de arte que hay en ti. Lo bueno se hace esperar, Pequeñuji, y cuándo me hagas caso y hagas aquello para lo que te he creado ¡serás grande! No tendrás que seguir soportando esas burlas, esos insultos. Pero ahora, se pequeña, se humilde, sufre un poco, te estoy viendo crecer, estamos en el Calvario ¡ama la Cruz! ¡Ámame! Descubrirás mi amor por ti y lo perfecta que yo te veo. Me encanta tenerte cerca ¡qué gran pareja: el más grande y la más pequeña! Tú proclamas la Grandeza del Señor, te alegras en Dios, tu salvador. Yo proclamo tu amorosa humillación y me alegro en ti. Tengo tantas sorpresas y alegrías para ti..."

Entonces ha llegado mi amiga, y al salir del oratorio me ha dicho: oye ¿por qué no escribes?... Evidentemente ella no sabe que tengo el blog, pero parece que a Alguien que si lo sabe le gusta...
Seguro que El Jefe también tiene mucho cariño para ti ¿por qué no lo pruebas?

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