sábado, 11 de junio de 2011

Una tarde, más zapatos, mi perdición y un entierro

El miércoles parecía cambiar algo, y así ha sido. 

La tarde estrella de la semana (sin quitar valor a las demás) ha sido la de hoy sábado. Nerviosa, pero intentando controlarme, me he puesto vestido nuevo con unos buenos tacones. ¿Por qué? Porque había quedado con alguien muy especial,  el de los zapatos ¿te acuerdas? Ese chico alegre. La única persona en el mundo que consigue empequeñecerme. 
Yo me había arreglado para aumentar mi seguridad, para que me viera guapa. Y nada más verle...¡boba! Nada ten bonito cómo las horas que pasan distraídas con él. Me deja sin palabras ¿por qué? Y el en cambio, tan tranquilo, tan seguro, con tanta vida... él no para, mientras mi todo se detiene en él. Pero no, ya basta. Solo quiero su amistad, con verle me siento feliz, aunque cuando se va, la vida no es más que un montón de momentitos que se van sucediendo en el transcurso de volver a verle. Pero tengo que seguir. No me quiero equivocar otra vez. Me calmaré, con la alegría de poder contar con él aunque sea así. 
Cada instante que paso con él se desvanece luego mientras pienso en lo poco que lo he disfrutado y aprovechado.  
En tan poco tiempo él me enseñó tanto. Nunca me he cansado de escucharle. Siempre de él, tratando de formar parte de su fascinante mundo.
Él siempre tan atento, se ha fijado en cada detalle de mi: el botoncito desabrochado, los zapatos que apenas me pongo pero le encantan (que curioso que él mencione los zapatos), el mechón del pelo, las uñas, el maquillaje...no tiene apuro en mirarme fijamente. Sin embargo yo solo puedo decirle tonterías, bromas bobas, ¡con tanto que le diría en verdad! Pero ante esos ojos, esa risa, yo pierdo. Él es el único en el mundo que siempre me vence, y él lo sabe. Ya basta, no más. Un amigo lejano, eso es lo que me llevo yo; él se lleva mucho más de mi. 
He perdido. Pero que dulce derrota la de verle reír por mí, frente a mí; clavando la mirada más bonita del mundo en mí, mientras yo estoy en él, queriendo salir, queriendo quedarme para siempre. Una tarde...eso me ha dado...y no he podido dar lo mejor, no he aprovechado, apenas le he mirado por miedo, miedo de volver a perder la cabeza por alguien que no la quiere ¿Le veré pronto? 

El miércoles él me vio. Yo no lo sabía, pero ya con su mirada lo cambió todo, como siempre ha hecho.
Pero es la hora de enterrar un amor. Basta. Se acabó. 

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